Testimonios
El testimonio de las Santos Padres
"El que pueda
guardar castidad, permanezca en este estado con humildad, en
reverencia del cuerpo del Señor; mas si se gloría de ello, ya
está corrompido. (S. Ignacio, sent. 8, Tric. T. 1, p. 32.)"
"La
castidad no es verdadera virtud si no se guarda por amor de Dios.
(S. clemente, sent. 10, lib. 3, c. 11, Tric. ¡bid., p.
125.)"
"Las
vírgenes son como las flores del jardín de la Iglesia, los
primores de la gracia, ornamento de la naturaleza, obra perfecta,
incorruptible, digna de todo honor y alabanza, imagen de Dios.
La Iglesia ostenta en ellas la fecundidad que corresponde a la
santidad de señora, y tanto mayor es el gozo que recibe esta
piadosa Madre, cuanto más se multiplica su número. (S.
Cipriano, traje de las vírgenes, sent. 8, Tric. ¡bid., p.
297.)"
"Una
virgen debe proceder en todas sus acciones como que siempre está
en la presencia de Jesucristo, su esposo, que todo lo ve: cuanto
está sola debe considerar que está presente a sí misma, y
mirarse con respeto, además de que siempre está en la presencia
de su Angel de guarda, que jamás la deja. (S. Basilio, de Vera,
Virg., sent 28, Tric. T. 3, p. 195.)"
"Santa
Justina, viendo el peligro que corría su virginidad, suplicaba
con instancias y humildad a la Santísima Virgen que la
socorriese. (S. Greg. Nacianc., Orat. 19, sent. 33, Tric. ¡bid.,
p. 357.)"
"No
solamente es laudable la virginidad porque se halla en los
Mártires, sino porque ella misma hace Mártires. ¡Quién
podrá, pues, comprender la excelencia de una virtud que no está
comprendida en las leyes de la naturaleza! Del cielo nos vino que
imitar sobre la tierra, y no sin causa se tomó del cielo esta
admirable vida, pues en el cielo halló su Esposo la virginidad.
(S. Ambrosio, de Virg., lib. 21, sent. 134, Tric. T. 4, págs. 340
y 341.)"
"No
parece bien en las vírgenes abandonarse demasiado a la alegría,
como si no tuvieran motivo de llorar. ¿Por qué no lloran las
caídas de los que ofenden a Dios, pues el medio de no caer es
llorar las caídas de los otros? (S. Ambrosio de Virg., exhort.,
sent. 137, Tric. ¡bid., p., 342.)"
"¿Qué
teméis que hacer, sagradas vírgenes, con los hombres del mundo?
¿Qué tenéis que tratar con ellos? ¿Pretendéis, acaso,
aprender el camino de la perdición que ellos siguen? Si buscáis
la castidad, os engañáis; porque ellos no la tienen: si
buscáis, la felicidad ¿hallaréis entre los mundanos alguno que
sea fiel? si buscáis a Jesucristo, sabed que no habita en ellos.
Habéis consagrado a Dios vuestras almas para destruir al mundo
que habéis renunciado? (S. Ambrosio, ad Virg., laps., c. 1,
sent. 138, Tric. ¡bid., ¡bid.)"
"¿Podremos
creer que los consejos de los demás son mejores que los de los
Apóstoles? Dice San Pablo: Yo doy consejo, y estos hombres
quieren disuadir a todo el mundo para que no abracen la
virginidad. (S. Ambrosio, Epist., 82, sent. 161, Tric. ¡bid. p.
347.)"
"El
camino de la virginidad es el mejor: mas por ser tan difícil y
elevado, requiere mucha fortaleza para mantenerse en él: el
camino de la viudez también es muy bueno y menos difícil que el
primero; mas por ser tan áspero y escabroso, pide mucha
circunspección y cuidado en las que le pasan. El camino del
matrimonio es bueno, y más fácil y llano; pero en él se llega
rodeando mucho a la habitación de los santos. Tiene, pues, la
virginidad sus premios, la viudez sus méritos, y la castidad
conyugal el lugar conveniente a su virtud. (S. Ambrosio, Epist.,
82, sent. 162, Tric. ¡bid., ¡bid.)"
"¡Oh
madre! ¿por qué te parece mal la acción de una hija que ha
renunciado al matrimonio? ¡Te enojas porque no ha querido ser
esposa de un soldado, por ser esposa de un rey! En esto te ha
traído grandes ventajas; pues si se me permitiese decirlo así,
te ha hecho suegra del mismo Dios. (S. Jetón., ad Eustoch., cp.
22, sent. 19, Tric. t. 5, p. 241.)"
"Cuando
los cuidados del mundo vienen a perturbar el corazón de una
virgen, se puede decir con verdad que se rasga el velo del templo
y que desamparándola el esposo con indignación, la dice: Tu
casa quedará desierta. (S. Jerón., ¡bid., sent. 20, Tric.
¡bid., p. 242.)"
"La
virginidad, cuya pureza no se ha empeñado, ni en el espíritu
con algún mal pensamiento, ni en el cuerpo con algún
sentimiento impuro, es propiamente aquella víctima agradable a
Jesucristo. (S. Jerón, Adver., Jovin., lib. 1, sent. 36, Tric.
¡bid. p. 245.)"
"Jesucristo,
Virgen, y María, Virgen, consagraron la virginidad de ambos
sexos. Después, los Apóstoles, o fueron vírgenes, o fueron
continentes en el matrimonio; últimamente los Obispos,
Presbíteros y Diáconos se eligen vírgenes o viudos, o a lo
menos con la obligación de observar perpetua continencia desde
el punto en que entran en el sacerdocio. (S. Jerón., Ep. 48, ad
Pamach., sent. 42, Tric. ¡bid., p. 246.)"
"La
castidad, así como la impureza, se dejan conocer con suficiente
claridad por las miradas, por los vestidos, por los pasos y por
todos los movimientos de los órganos exteriores que nos
descubren visiblemente los afectos del alma. (S. Juan Crisóst.,
in Isaíam., in c. 3, sent. 155, Tric. t. 6, p. 329.)"
"Job
se había puesto una ley de no poner los ojos en doncella alguna,
porque sabía que no solamente viviendo con ella en una misma
casa, sino también con las miradas demasiadamente curiosas, era,
no digo difícil, sino casi imposible no recibir algunas heridas
y perjuicios: y esto es lo que había decir a este hombres santo:
No quiero ni aún pensar en doncellas. (S. Juan Crisóst., Adv.
eos qui subintrod. habet., c. 4, sent. 175, Tric. ¡bid., p.
334.)"
"La
vida crucificada es la raíz y el fruto de la virginidad. (S.
Juan Crisóst., lib. de Virg., c. 80, sent. 177, Tric. ¡bid., p.
335.)"
"Así
como la virginidad es mayor bien, aunque el matrimonio no es
malo, así también el segundo matrimonio es bueno: el primero y
único es mucho mejor. Así como aunque el matrimonio sea un
bien, es superior a él la virginidad, del mismo modo son buenas
las segundas nupcias, aunque las primeras y únicas sean de mayor
perfección. (S. Juan Crisóst., Serm. in illud, Viuda eligatur,
n. 5, sent. 213, Tric. ¡bid., p. 342.)"
"Por
derecho divino tiene la devota virginidad la preferencia sobre el
matrimonio. (S. Agust., De Sanct. virg., c. 1, sent. 27, adic.,
Tric. T. 7, p. 486.)"
"Las
vírgenes que con el auxilio de Dios conservan casto su cuerpo,
deben con su gracia aplicar todas sus fuerzas por conseguir la
pureza de su alma, evitando las largas conversaciones, la
murmuración, la envidia y la soberbia, obedeciendo siempre con
humildad, ocupándose en la oración y lección y levantándose
con fervor para asistir a las vigilias de la noche, así cuando
se hacen en el oratorio, como en cualquiera otro lugar. (S.
Cesáreo de Arlés, Serm., 30, sent. 5, Tric. T. 9, págs. 44 y
45.)"
"La
castidad es la defensa, la perfección y el supremo grado de las
virtudes. (S. Juan Damasc., Orat. Transfig. Domini, sent. ¡bid.,
p. 291.)
"La
castidad hace que el hombre se acerque a Dios con respetuosa
familiaridad y que Dios se acerque al hombre con admirable
condescendencia. Esta virtud es lazo del trato más íntimo y
secreto entre Dios y el hombre. El reino de los cielos está
prometido a la castidad de los corazones puros. Si la carne os
tienta con sus peligrosos estímulos, si todavía estáis
expuestos a las iniquidades que excita la concupiscencia con sus
perniciosas solicitaciones, tened muy presente el pensamiento de
la muerte; poned delante de los ojos el día en qué habéis de
salir de este mundo; fijad vuestra atención en el fin que ha de
tener esta vida incierta y frágil, en la que nada hay seguro,
sino aquel término en que pasa: pensad seriamente en el juicio
que se sigue a la sentencia del Supremo Juez; meditad y repasad
muchas veces en vuestro espíritu las devoradores llamas de aquel
infierno eterno, y en otros suplicios a cual, más horrendos de
!a desgraciada eternidad. (S. Anselmo, Exhort. ad contemptum
temporalium, sent. 6, Tric. ¡bid., p.s 339 y 340.)"
"La
castidad incluye la pureza del alma y del cuerpo. Se consigue y
se conserva con la mortificación de la carne y la práctica de
las buenas obras. (S. Anselmo, Tract. Ascet., c. 4, sent. 56,
Trie. ¡bid., p. 358. )"
"Peligra la castidad en las delicias, la humildad en !as riquezas, la piedad en los negocios, la verdad en el mucho hablar, y !a caridad en este mal siglo. (S. Bern., de convers. ad Cler., n. 37, sent. 1, Tric. T. 10, p. 322.)"