Biografias de Vírgenes, D.- Llamadas a la consagración a Dios desde su infancia Nota: Aquí tienes la relación de biografias, incluidas en esta página, por orden alfabético. Santa
Aurea. Áurea (Oria o Auria). Santa
Aquiliana de Byblos Santo Asela. Santa
Boda. Santa Eulalia de Barcelona Santa Escolástica. Santa Eufrasia. Santa Florentina. Santa Aurea. Áurea (Oria o
Auria), virgen (c. a. 1042-1070) Festividad el 11 de Marzo Santa Oria Santa Oria nació (+ 1050) en la localidad riojana de Villavelayos. Fue su maestro y padre espiritual Don Munio, que escribió su vida en latín, y luego tradujo en sonoros versos alejandrinos Gonzalo de Berceo. Una vida digna de crédito, pues, según el poeta, ni por un rico condado hubiera consentido mentir: En todo cuanto dijo, dijo toda verdad. El mismo
nombre de Oria—Aurea, Dorada—era ya todo un presagio de rica calidad:
"Como era preciosa, más que oro preciada, nombre avía de oro: Oria era
llamada". Son deliciosos los versos de Berceo: "Era esta manceba de
Dios enamorada, más quería ser ciega que verse casada". Prefería las
"horas" litúrgicas más que otros cantares y oír a los clérigos más
que a otros juglares. "pesque mudó los dientes, luego a los pocos anuos,
pagábase muy poco de los seglares
ponnos". Sentía envidia de María, la hermana de Lázaro. Como ella, pasaría
la vida junto al altar, a los pies de Cristo. Quiso vivir emparedada, sin trato con persona alguna, reclusa, en oración permanente alimentada por la lectura de la Sagrada Escritura y las vidas de santos, con la ocupación manual de hilar y tejer para ayudar a la comunidad. Los albañiles abrieron un hueco en el muro de la iglesia de San Millán de Suso, el de Arriba—donde también estuvieron enterrados los Siete Infantes de Lara—frente al altar mayor y al coro donde cantaban los monjes, y allí fue encerrada la intrépida doncella Oria. Eran tiempos de heroicidades. Había personas que no se contentaban con encerrarse en un monasterio. Querían todavía más rigidez. Se encerraban en celdas increiblemente pequeñas, donde a veces no cabían de pie, para no salir más. Sólo abrían un ventanillo que diera al altar. A veces acudían gentes a pedirles consejo. Pero normalmente su soledad era total, sólo interrumpida por la lucha con los demonios y por su trato con los ángeles. Las mujeres fueron las más generosas para esta prisión voluntaria. Se llamaba las emparedadas, y todavía queda el recuerdo de su heroísmo. Dice el cantor de su vida que «si antes fuera buena, fue después muy mejor». La fama de santidad llegó a traspasar las paredes de su celdilla, pegada a los muros del monasterio, destacó por su vida de oración y el atractivo que despertaba en las gentes; las cuales luego referían los numerosos favores y milagros que a través de ella se realizaban por el acierto que llevaban los consejos que daba generosamente a todos los que vivían por aquellos contornos y se los pedían. Parece que, en días cercanos a la Navidad, Oria tuvo visiones; dicen que se le aparecieron las santas Águeda, Cecilia y Eulalia y la transportaron en su arrobo a contemplar una escala celeste y el gozo del cielo. Esto le llevó a hacer más recia aún su gran penitencia. Siguió luego una serie de admirables éxtasis, en los que percibe la violencia del amor divino en que se abrasa, ansiosa por verse libre de las ataduras de esta vida. La aparición de la Virgen Santísima fue el colofón de los fenómenos místicos que de ella se cuentan; la Señora le aseguró la proximidad de su muerte, precedida de una angustiosa y cruel enfermedad que le sirvió para ejercitar la paciencia. Los relatos afirman que hasta el Maligno se ensañó con Oria, prometiendo dejarla en paz cuando dejara de rezar. Murió en 11 de marzo de 1070, estando presentes su madre Amuna y el abad del monasterio, don Pedro. La enterraron en una cueva abierta en la roca del monasterio de San Millán de la Cogolla, y, en la casa familiar donde pasó los primeros años de su vida, levantaron los devotos una capilla en la que se le da culto. Gonzalo de Berceo supo poner gracia arcaica en sus versos del siglo XIII a la figura de Áurea, «la reclusa leal», borrosa por el paso del tiempo, al traducir al naciente castellano la vida escrita en latín por fray Munio o Muño, quien añadía candor al fervor y que estuvo presente en su tránsito. Aquiliana
de Byblos Defenció su fe en Jesús con valerosas palabras, siendo solo una niña de doce años Asela Fiesta: 6 de diciembre. Nombre de origen latín que significa "asna
pequeña". Santa Asela fue una de las discípulas que San Jerónimo tuvo en Roma a finales del siglo IV. Santa Asela se encuentra entre los nombres famosos en la antigua cristiandad, corno el de su hermana Santa Marcela y la madre de ambas, Santa Albina. " De Asela Virgen dize San Hierónimo que tenía el ayuno por recreación, y la hambre por refeción, y como la truxesse no el desseo sino la humana necessidad a aver de comer, con pan y sal, y con agua fría, incitava más el apetito que le recreava y satisfazía. Refiérelo en una Carta en loor de la misma Asela. También dize de Santa Paula que era tan grande su abstinencia que debilitava y enflaquecía el cuerpo. Los días de fiesta solamente echava óleo en la comida, y con esto se entenderá lo que hazía del vino, miel, peces, huevos, y lo demás que da gusto al apetito, con lo cual algunos se tienen por muy abstinentes. Dize adelante San Hierónimo: «Ninguna donzella sana y de buena complexión se dio tanto al ayuno como Paula siendo vieja y teniendo quebrantada la salud». Dize más, que, estando enferma, ni por consejo de médicos, ni por ruego de Epifanio Obispo, puedo ser persuadida a que beviesse vino. Y, saliendo el mismo Epifanio de tratar esto con ella, preguntándole | qué avía alcançado, respondió que en lugar de acabar con ella que beviesse vino, salía él en parte convencido por sus razones, aunque viejo, para bever agua. Pues si esta señora enferma no quiso gustar vino, con quien anda muy en sus alcançes la luxuria, teniendo salud y siendo moços, ¿por qué no temen de beverle y más en demasía? Dízelo San Hierónimo en el Epitafio de Paula. ( N. 22 de Alonso de Villegas, Fructus Sanctorum y Quinta Parte del Flos Sanctorum ) Santa Boda
(En preparación). Santa
Escolástica. Virgen. (480-543) En la ciudad de Nursia (al pie del Apenino Central) -Italia- a finales del siglo V, nacía esta hermana gemela de San Benito, Padre del monacato Occidental. Parece ser que sus padres se llamaron Eutropio y Abundancia y que pertenecían a las familias más distinguidas de aquellas montañas. Ambos aprendieron de sus padres la virtud y la fe cristiana. Ya adolescente Benito fue enviado a Roma para perfeccionar sus estudios. Esta separación hubo de costarle muchísimo a la jovencilla Escolástica ya que ambos eran una misma cosa. Tendría unos veinte años cuando Benito, después de empaparse bien de la vida y doctrina de los famosos eremitas de Oriente, San Atanasio , San Jerónimo, etc... trató de imitarles en Roma... Para ello se retiró y huyó del mundanal ruido. No fue fácil la fundación y los primeros pasos - como suele suceder a casi todos los fundadores, - se vieron cuajados de abrojos y espinas que muchas veces procedían de sus mismos discípulos... Mientras, Escolástica medita el Testamento que su buena madre, que murió siendo ella muy niña, le dejó: "Sabe, hija mía, que los adornos postizos, los ricos vestidos y los collares de perlas, no valen nada delante de Dios. El mayor elogio que puede hacerse de una doncella es su modestia y piedad...". Nunca olvidó Escolástica tales consejos y trató de llevarlos a la práctica desde su más tierna edad. Renunció a cuantas lisonjas le ofrecía el mundo, su belleza y su alta alcurnia, y se entregó de lleno a su Amado, a Jesucristo, a quien consagró toda su vida y para siempre... Inspirado por Dios, Benito, y ayudado por su hermana, fundó el primer convento de religiosas benedictinas pero un poco distante del de los religiosos. A pesar de estar tan cercanos habían puesto un muro voluntario de separación y tan sólo una vez al año se veían, y aun separados de ambos Monasterios, en una casita que había entre ambos. Cuenta San Gregorio esta admirable entrevista: Por el año 543, Escolástica prevé que va a ser esta la última entrevista que va a tener con su hermano, con el que compartió su vida desde la niñez. Pasan todo el día hablando de cosas espirituales. Al atardecer ya, se levanta su hermano y le dice: - "Adiós, hermana. Hasta el año que viene". - Hermano mío -le suplica Escolástica no te marches. PPasemos toda la noche hablando de cosas de Dios... - ¿Qué dices, Escolástica? ¿Ignoras que no puedo pasar la noche fuera de la clausura del Monasterio? Escolástica no responde. Baja la cabeza, la coloca entre sus manos y ora fervorosamente al Señor. En un santiamén se encapota el cielo y se oyen truenos y cae una copiosa lluvia como nunca se había visto en aquellos parajes. - "¿No te vas? - ¿Qué has hecho, hermana mía? - Te lo pedí con insistencia y no me escuchaste. Se lo pedí a Dios y me ha escuchado en seguida. Hermano mío, Dios ha preferido el amor a la Regla..." Y pasaron toda la noche en pláticas espirituales... Tres días después Benito veía subir una paloma desde el monasterio hacia el cielo. Era el alma de Escolástica... El Papa San Gregorio Magno que nos referirá el maravilloso diálogo mantenido entre San Benito y su hermana Sta. Escolástica, dice que nuestra santa "estuvo dedicada desde su infancia al Señor Dios todopoderoso". Santa
Eufrasia (382-412). Festividad
el 13 de marzo. Santa Eufrasia, nació en Constantinopla, hacia el 380, en tiempos del emperador Teodosio el Grande, con quien estaba emparentada. Sus padres, Antígono y Eufrasia, eran dechado de virtudes en la corte. Todo el esmero
de la virtuosa madre fue la educación cristiana de su hija. Le hablaba del amor
a Jesucristo, de la salvación eterna, del horror al pecado, del santo temor de
Dios. La niña Eufrasia aprendió tan bien la lección que a la tierna edad de
cinco años era la admiración de todos. Fue más ilustre por su virtud que por su
nobleza El convento de
religiosas era de perpetua clausura de vida muy santa y de mucha austeridad. Al
convento acudían con frecuencia madre e hija para aprovecharse del ejemplo de
sus virtudes y para cantar con ellas gozosamente las alabanzas del Señor. "Yo me consagro a Vos para
siempre, dulce Jesús mío. No saldré de este convento, porque no quiero otro
esposo que a Vos". La madre, deshecha en lágrimas de alegría, al ver la precoz generosidad de su hija, la abrazó con ternura, y ella misma ofreció también a Dios aquella inocente víctima. Poco después, la madre, debilitada por sus muchas austeridades, se durmió en el Señor. Ella y su esposo están canonizados. Su hija la lloró con lágrimas de consuelo y esperanza. Y unida ya con más estrechos lazos al cielo que a la tierra, redobló sus fervores, aumentó sus penitencias y buscaba los oficios más humildes. Cuando la muchacha cumplió los doce, el Emperador Arcadio recordó la promesa que había hecho a su sucesor de Teodosio I y envió un mensaje al convento de Egipto rogando a Eufrasia que regresar a casarse con el senador a quien había prometido. La santa se negó a abandonar el convento y escribió una carta al emperador suplicando que la dejara en libertad, que vendiese todos los bienes heredados de sus padres para que sean distribuidos entre los pobres así como dejar libres a todos los esclavos de su casa. El emperador accedió a los deseos de Eufrasia, quien prosiguió su vida habitual en el convento. " Eufrasia , monja en la Tebaida, todos
los días ayunava, sin comer carne, no huevos o leche, ni óleo; no bevía vino,
ni gustava cosa alguna que fuesse dulce y sabrosa al gusto. Passávanse dos y
tres días, y a las vezes toda la semana sin acordarse de comida. Traía vazío el
estómago por henchir la alma de virtudes. Es del De Vitis Patrum". ( Nº 23 de la obra de Alonso de Villegas,
Fructus Sanctorum y Quinta Parte del Flos Sanctorum ). Para probar su virtud, permitió el Señor que fuera acosada por la envidia y celos de alguna religiosa, sobre todo por una que se llamaba Germania, que la trató de hipócrita y ambiciosa. La respuesta de nuestra dulce Eufrasia fue arrojarse a sus pies, y con la mayor humildad le pidió perdón, a la vez que le suplicaba por amor de Dios que rogase por ella. El Señor se había prendado de su fiel esposa, y hacia el año 410, ocupando la silla de San Pedro el papa Inocencio I, a los treinta años de edad muerió. Todo el mundo decía que había sido un ángel desterrado del cielo. Santa
Eulalia de Barcelona Santa
Florentina. Virgen. (s. VII) Festividad
el 20 de Junio Los padres de nuestra Santa se llamaron Severiano y Túrtura y supieron educar cristianamente a sus hijos eran cuatro hermanos santos y reconocidos como tales por la Iglesia: San Leandro, San Isidoro, San Fulgencio y nuestra biografiada Santa Florentina. Su padre desempeñaba un alto cargo en Cartagena pero por razones políticas parece que hubo de emigrar a Sevilla por el 554. Aquí continuaron dando maravilloso ejemplo de unión y de vivencia de las virtudes cristianas. Leandro llegará a ser Arzobispo de Sevilla y una vez muertos sus padres, se encargará de formar a sus hermanos menores: Isidoro, que será también Arzobispo de Sevilla y una gran lumbrera de España y San Fulgencio que fue Obispo de Ecija, así como a Santa Florentina. A Florentina le estará reservaba la gracia de consagrarse al Señor en la vida religiosa y de ser Abadesa y madre de muchas monjas. Ella será a su vez quien influirá en la formación y consagración a Dios. Su juventud fue tan santa como podía esperarse de aquel hogar donde reinaba el amor y temor santo de Dios. El trabajo y la formación espiritual era a lo que estaban entonces llamadas, especialmente las mujeres de la época visigoda, a la que pertenecen de lleno estos cuatro santos hermanos. San Leandro influyó en su hermana, dándole sabios consejos en un precioso tratado valiéndose del nombre de su piadosa madre, Turtur, en latín, que significa tórtola en castellano: "No quieras irte del tejado
en donde la tórtola tiene sus pequeñuelos. Eres hija de la inocencia, del
candor, tú precisamente que tuviste a la tórtola por madre. Pero ama mucho más
a la Iglesia, tórtola mística que todos los días te engendra para Cristo.
Descanse tu ancianidad en su seno, como antaño descansabas y tu ardor mecías en
el regazo de la que cuidó tu infancia. ¡Ah, hermana mía querida,
comprende si puedes el ardiente deseo que inflama el corazón de tu hermano de
verte unida a Cristo! Tú eres lo mejor de mí mismo. ¡Desgraciado de mí si otro
pretendiese despojarte de tu corona! Tú eres delante de Cristo mi baluarte, tú
mi prenda querida, mi hostia santa por la que he de merecer salir del abismo de
mis pecados...". En estos consejos expresa el hermano el profundo amor que le profesa, a la vez que la gran estima que siente por la vida consagrada?. El mismo San Leandro escribirá para su hermana y las demás monjas de su tiempo un precioso tratado que vendrá a ser como una especie de Regla que influirá grandemente sobre todos los monasterios femeninos de su tiempo. Le dice entre otras cosas que no trate con mujeres casadas porque viven una profesión distinta. Que sea servicial con las hermanas que viven con ella y que procure no hacer sufrir a ninguna. Debe procurar leer y orar continuamente. Cuando tenga que hacer algún trabajo debe procurar que otra lea algo. Si vive la vida comunitaria, su vida se parecerá a la de los Apóstoles. Debe procurar permanecer siempre en el mismo monasterio. Y un consejo para ella que era superiora: Que sea discreta para saber lo que debe conceder y negar según las necesidades de cada una. Que no tenga peculio, ya que todo en el Monasterio es común...Buenas reglas que siempre procuró vivir Florentina y que viviéndolas llegó a la perfección. Murió por el 636. |